sábado, 21 de enero de 2017

Importancia del suelo

Importancia del suelo



¿Qué es suelo?
El suelo es la capa más superficial de la corteza terrestre y tiene una importancia fundamental porque sobre esta porción se asienta la vida de las plantas y los animales, que constituyen nuestra fuente de alimento y de fibras. Además, en esta capa se acumulan minerales que el hombre aprovecha en distintas industrias, como el cobre, el hierro o el zinc.
El suelo se forma a lo largo de un proceso muy lento, que lleva miles de años, por disgregación de grandes rocas. Los suelos no son iguales en las distintas partes del mundo; de hecho en una misma provincia o localidad se pueden encontrar diferentes clases de suelo.
Para la producción de los cultivos es importante que los suelos se mantengan fértiles y húmedos. Se considera que un suelo es fértil cuando tiene una consistencia y una profundidad tal que le permiten fijar bien las raíces y que estas se expandan. También debe contener todos los nutrientes que la vegetación necesita en una forma biodisponible, ser capaz de retener el agua, manteniéndola a disponibilidad de las raíces, estar convenientemente aireado (no apelmazado) y no contener sustancias tóxicas.
El suelo también es un reservorio de agua. Como el suelo se compone de partículas de diferente tamaño, genera una gran matriz de poros, dentro de la cual se almacena una importante cantidad de agua. Además en el suelo se encuentran muchas veces napas freáticas por donde circula el agua. Asimismo, uno de los mayores beneficios de los suelos es que actúan como trampas de dióxido de carbono, es decir, en su matriz porosa retienen diferentes gases, entre ellos  dióxido de carbono.
Además de los seres vivos que podemos ver, en el suelo hay una enorme diversidad y cantidad de seres microscópicos, que son imprescindibles para el reciclado de los nutrientes. En esos procesos degradativos intervienen hongos, bacterias, gusanos, nematodes, etc.
Hay que tener en cuenta que con cada ciclo de cultivo se incorpora al suelo una gran cantidad de compuestos que contienen carbono, nitrógeno, fosforo, azufre, etc.. Y es fundamental que todos esos compuestos se descompongan, de manera que los minerales puedan volver a estar disponibles para ser absorbidos por las raíces. No hay que olvidar que con cada cosecha muchos nutrientes salen del ecosistema, y de alguna manera deben reponerse.
Otro problema referido a los suelos que está creciendo mucho en las últimas décadas es el de la contaminación, ya sea con metales pesados o con compuestos orgánicos de escasa biodegradabilidad, como pueden ser ciertos plaguicidas. La industrialización y el aumento de las zonas urbanizadas inciden fuertemente en este proceso. Decimos que un suelo está contaminado cuando los niveles de ciertas sustancias superan los límites establecidos, esto a menudo se acompaña de un serio deterioro de sus características físicas, químicas o biológicas.
La contaminación de los suelos y de los cursos de agua (ríos, arroyos) es hoy un tema candente, principalmente por el riesgo que esto entraña  para la salud de los habitantes de las zonas próximas a ellos.
Pero así como el exceso de ciertas sustancias puede tornarse perjudicial, la falta de algunos nutrientes se vuelve también perjudicial para la producción de los cultivos, haciendo que resulte necesario fertilizar. Millones de hectáreas de suelo en el mundo deben recibir abonos para mantener los niveles de productividad. Los fertilizantes nitrogenados y fosforados son los más usados en el mundo.
En vastas regiones el principal problema del suelo es la salinidad. Esto representa una gran limitación para producir buenas cosechas, ya que muchas especies vegetales no crecen bien frente a altos tenores salinos. A menudo los suelos con esa problemática se destinan a la ganadería, con la implantación de pasturas que incluyan especies tolerantes a la salinidad.
El suelo también opera como soporte de estructuras. Toda construcción o emplazamiento requiere de un suelo estable para sostenerse,  grandes tesoros arqueológicos de diferentes culturas (inca, azteca, egipcia) han quedado enterrados y así protegidos por el suelo.
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Cuidas el suelo es pensar en el fututo

Un problema que está afectando a una importante cantidad de hectáreas en el mundo es la desertificación: se tiran abajo grandes extensiones de bosque y se implantan cultivos, pero después de cierta cantidad de años esos suelos ya no dan los rendimientos esperados, entonces se dejan de cultivar y a menudo quedan descubiertos, por lo que se va produciendo la erosión de esos suelos, que se van empobreciendo en nutrientes.
De manera que el suelo es un valiosísimo recurso natural que a menudo no se cuida lo suficiente. En este sentido, los expertos señalan que se podría tolerar una pérdida de suelo de un espesor de un milímetro por año. Las consecuencias de la erosión se están notando en muchas zonas  del mundo, particularmente en zonas de relieve serrano, donde por lo general  el suelo es poco profundo.
Para impedir que el agua de lluvia y el viento se lleven partículas de suelo, hay que realizar las hileras de cultivo en sentido perpendicular a la pendiente natural del terreno. De esta forma, cada surco actúa como una barrera que frena el escurrimiento superficial, y la capa fértil no es arrastrada. También la labranza mínima, con una roturación mínima del terreno (solo en los surcos de siembra), y la construcción de terrazas, pueden ayudar a preservar el suelo en zonas con gran pendiente.
Siempre se ha hablado de la excelencia de los suelos de Argentina. Este país fue testigo de largos períodos de bonanza, de abundantes cosechas, que explican por qué se lo llamó “el granero del mundo”. Desde otras latitudes se asociaba a la República Argentina con inacabables llanuras verdes, sostenidas sobre la base de inagotables suelos aluvionales, profundos, ricos en materia orgánica, capaces de producir altos rendimientos de  cultivos de grano y carne vacuna de excelente calidad.
Estos conceptos ya no son tan válidos. Aun cuando la denominada Pampa Húmeda todavía ostenta muy buenos rindes, el resto de nuestra zona productiva (aproximadamente  dos tercios del área sembrada) debe lidiar con suelos bastante empobrecidos y con un clima semiárido o árido, donde el recurso agua impone la principal limitación y requiere el riego.


Fuente: http://www.tiposde.org/ciencias-naturales/879-importancia-del-suelo/#ixzz4WRWcIMLo

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